Creencias y prácticas religiosas de los pueblos indígenas de Norteamérica.
Se caracterizan por la convicción de que el espíritu se mueve a través de todas las cosas, animadas e inanimadas, y de que todos los seres vivos están íntimamente vinculados con las almas de los muertos. Descubren seres reconocibles en el mundo silvestre de animales, plantas y árboles, así como en elementos naturales como montañas, lagos y nubes. Debido a que las religiones norteamericanas estaban muy localizadas, es imposible determinar cuántas han existido, y sus creencias han variado considerablemente. Mientras que los ancianos iroqueses (ver iroqués) hablan de un Creador perfectamente bueno y sabio que ideó el universo, los koyukon conciben al creador como un cuervo, un dios burlón quien es sólo uno de muchos espíritus poderosos. Mientras que casi todas las ceremonias de los navajos se celebran en el nombre de individuos en respuesta a necesidades concretas, la mayoría de las ceremonias de los indios pueblo son colectivas y se programan según los ciclos de la naturaleza. Sin embargo, todas las religiones nativas norteamericanas comparten ciertos rasgos: las tierras ancestrales y los lugares sagrados son importantes; el acceso a cierto tipo de conocimiento es restringido y se requiere una iniciación para adquirirlo; las obligaciones de parentesco son fundamentales; en la tradición oral hay narraciones que consignan la interacción humana con poderes no humanos, y la generosidad es un acto religioso. El contacto con europeos llevó al desarrollo de nuevos movimientos religiosos, como la tradición de la danza de los espíritus y el peyotismo. See also religiones mesoamericanas.
Enciclopedia Universal. 2012.