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Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte
(United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland)
► Estado insular de Europa occidental que comprende la mayor parte de las islas Británicas: Gran Bretaña -formada por Inglaterra, Escocia y País de Gales-, Irlanda del Norte y algunas islas menores -las Orcadas, las Stheland y las Hébridas a lo largo de la costa escocesa; la de Wight en el canal de la Mancha; las Anglesey, cerca de Gales; y las Scilly, enfrente del cabo Land´s End-. Aunque depende de la corona británica, la isla de Man no forma parte del Reino Unido. Limita con el océano Atlántico al N, NO y SO; con el canal de la Mancha al S; con el mar del Norte al E. El mar de Irlanda y los estrechos que le dan acceso bañan la costa O de Gran Bretaña y la E de Irlanda. Reino Unido es el nombre oficial de un Estado compuesto por tres naciones: Inglaterra, Escocia y Gales, y el territorio semiautónomo de Irlanda del Norte. Su superficie es de 244 110 km2 con un total de 59 511 500 h. La capital es Londres. La moneda y el idioma oficiales son, respectivamente, la libra esterlina y el inglés. La religión mayoritaria es el anglicanismo. El Reino Unido tiene, además, una serie de posesiones y estados asociados: Gibraltar y las islas Anguila, Bermudas, Caimán, Malvinas, Montserrat, Pitcairn, Turks, Caicos, Santa Elena y Chagos. El relieve presenta gran variedad y diferentes tipos de suelos. Podemos distinguir las highlands, o tierras altas, y las lowlands, o tierras bajas. Las highlands constituyen el SO de Inglaterra, Gales, el Lake District, los Peninos, los Southern Uplands y los Highlands de Escocia. Las lowlands se extienden desde los montes Peninos hasta el SE y han dado lugar a la formación de un relieve en cuesta. Esta cuenca se abre al mar del Norte y enmarca la depresión del Támesis. Los suelos son fértiles y su relieve ha facilitado las comunicaciones, convirtiendo a la zona en la más poblada de la isla. Las costas del N están muy recortadas por los firths, entrantes de origen glaciar; en el E son bajas, con zonas de marismas; en el O, las costas de playas arenosas alternan con zonas rocosas y acantilados, y en el SE el elemento más característico son los acantilados. Irlanda del Norte está formada por montañas muy similares a las Highlands de Escocia. La climatología de Gran Bretaña está influida por la insularidad, por la corriente cálida del Atlántico Norte y por las perturbaciones que se producen en los vientos del SO. Estos factores contribuyen a que predomine un clima templado. El promedio de temperaturas oscila entre los 4 ºC y 6 ºC en invierno, en la parte N del país, y los 12 ºC y 17 ºC en el S, durante el verano. Las precipitaciones son abundantes durante todo el año. La media anual de lluvia llega a los 4 000 mm en las highlands, mientras que en la costa E está alrededor de 500 mm. La humedad atmosférica es alta, las nieblas son frecuentes y la insolación escasa. La lluvia propicia la existencia de prados y bosques. Sin embargo, la sistemática roturación de tierras y la acción violenta de los vientos han contribuido a que las áreas boscosas se reduzcan. Los lugares más fríos y altos están ocupados por capas de turba. Los ríos de la vertiente occidental son cortos y torrenciales; de este grupo cabe destacar el Clyde, el Mersey y el Dee. Los de la parte oriental son largos y de régimen más regular; desembocan en estuarios que desempeñan un papel importante en la vida económica del país. Los principales son: el Támesis, el Ouse y el Trent. Los ríos norirlandeses se concentran alrededor del Lough Neagh, el lago más extenso del Reino Unido. El Reino Unido constituye uno de los Estados más poblados de Europa debido al gran crecimiento demográfico experimentado desde el s. XIX. A partir de la segunda mitad del s. XX el crecimiento ha sido más lento y en la actualidad es casi nulo. Los bajos índices de natalidad y mortalidad, tan sólo atenuados por la inmigración procedente de las antiguas colonias, están conduciendo a un progresivo envejecimiento de la población. La distribución es poco homogénea. Mientras en Inglaterra encontramos densidades muy altas, en Irlanda del Norte, en las tierras altas escocesas y en algunas islas es muy baja. El Reino Unido posee uno de los niveles más altos del mundo en cuanto a urbanización, siendo Inglaterra y Gales las áreas más urbanizadas. La emigración, primero hacia las colonias y luego hacia los países ricos de la Commonwealth (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, etc.), ha sido una constante desde el s. XVIII. Por otro lado, Gran Bretaña ha absorbido importantes contingentes de población durante el s. XX. Hay que destacar también los movimientos migratorios internos, de las regiones menos desarrolladas a las más industrializadas. La población activa se concentra en los sectores secundario y terciario. Los ingleses constituyen el grupo étnico dominante, seguidos por escoceses, irlandeses y galeses. La industria y el comercio constituyen la base fundamental de la economía británica, mientras que la agricultura tiene escasa importancia. Por otro lado, la producción, a pesar de estar muy mecanizada, no es suficiente para cubrir las necesidades del país, que tiene que recurrir a la importación de productos. Los principales cultivos del sector son: trigo, cebada, avena, remolacha, legumbres, frutas, etc. La existencia de excelentes prados y pastos permite una importante ganadería: bovina en las regiones húmedas del O y del centro, y ovina en el S y en las zonas montañosas. La pesca está altamente mecanizada y a su alrededor se ha generado una importante industria. En cuanto a la minería, destacan las cuencas hulleras del País de Gales así como los yacimientos de petróleo en el mar del Norte, donde también es importante la producción de gas. Las grandes áreas industriales se sitúan en zonas urbanas como el SE de Londres. Cabe destacar las siguientes industrias: la siderúrgica, la automovilística, la química, la naval, la aeronáutica, la nuclear, la textil lanera y la alimentaria. El Reino Unido exporta productos industriales, sobre todo metalúrgicos, e importa productos alimentarios, materias primas y productos manufacturados. La City londinense ha ejercido un importante control sobre la economía mundial a lo largo del s. XX. Sin embargo, a finales del s. XX la economía británica pasó por un momento de recesión, con un crecimiento inferior al del de la mayoría de los países de la UE.
HISTORIA En el Neolítico, Gran Bretaña estaba ocupada por poblaciones pertenecientes a la civilización atlántica que produjeron restos megalíticos (Stonehenge). Asimismo, diferentes pueblos del Mediterráneo llegaron a la isla en búsqueda de metales. En el I milenio a C, varias tribus celtas se extendieron por la isla. Julio César invadió Britania en 55-54 a C. Tras la desmembración del Imperio romano, en el s. V, tribus de origen germánico (anglos, sajones y jutos) invadieron la isla y se apoderaron del S. Paulatinamente, la isla se fue dividiendo en varios dominios: Inglaterra, ocupada por los anglosajones, y Escocia y País de Gales, con población de origen celta. Alfredo el Grande, señor de Wessex, unificó, en el s. IX, los reinos británicos para hacer frente a los ejércitos invasores daneses. Sin embargo, la poca solidez de esta unión y la fuerza de los daneses llevaron al país a formar parte del Imperio escandinavo, hasta que en 1042 se restauró la dinastía anglosajona con Eduardo el Confesor. Guillermo de Normandía, el Conquistador, logró conquistar Inglaterra en el año 1066, convirtiéndose así en Guillermo I (1066-87). A partir del s. XI, Escocia cayó bajo influencia del monarca inglés y a finales del s. XII sucumbieron Gales e Irlanda, ocupando también algunos territorios de Francia. El poder de este imperio, acrecentado por el prestigio conseguido por Ricardo I Corazón de León (1189-99), se desmoronó bajo el reinado de Juan sin Tierra (1119-1216), que perdió los territorios franceses y entró en conflicto con la jerarquía católica y los nobles. Los soberanos ingleses, sin embargo, intentaron recuperar prerrogativas sobre los señores feudales, creando un Consejo de Notables que terminó convirtiéndose en el primer Parlamento, con participación de nobles y burgueses de las ciudades libres. En los ss. XIII y XIV se fueron configurando la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. La Guerra de los Cien Años (1337-1453) acabó con la derrota británica y la pérdida de sus posesiones en el continente. En la etapa posterior a la Guerra de los Cien Años, la disputa dinástica entre los Lancaster y los York desencadenó la Guerra de las Dos Rosas, que culminó con el ascenso al poder de los Tudor, en 1485. El período de los Tudor está considerado como el comienzo del Estado británico moderno. En 1534, un Tudor, Enrique VIII, consiguió el apoyo del Parlamento para romper con Roma, confiscar las propiedades del clero y proclamarse jefe de la Iglesia de Inglaterra (anglicanismo). A cambio, el rey concedió a las Cámaras el derecho de dictaminar sobre asuntos que hasta entonces eran competencia exclusiva del monarca. El deseo de extender la autoridad inglesa y la reforma religiosa a Irlanda hicieron que Isabel I (1558-1603) impusiera su dominio en el Ulster. La marina británica se convirtió en el s. XVI en la más importante del mundo. La demanda de productos obligó a emplear nuevas técnicas para aumentar la producción y fue el prólogo de la Revolución Industrial, que se desarrolló en el país a partir del s. XVIII. A Isabel I le sucedió Jacobo Estuardo de Escocia (1603-25), quien unió las coronas de Escocia y de Inglaterra. La intolerancia política y religiosa llevó a muchos puritanos a emigrar a América del Norte; Escocia se rebeló y en Inglaterra estalló la Guerra Civil. El deterioro de la situación política llevó al partido puritano, dirigido por Cromwell, a enfrentarse a las fuerzas reales. En 1649, el Parlamento condenó a muerte al rey y proclamó a Cromwell Lord Protector. El ejército de Cromwell ocupó Escocia e Irlanda y consagró la primacía inglesa y protestante en el archipiélago. Tras once años de régimen civil, la monarquía fue restaurada con Carlos II, de los Estuardo. El nuevo régimen impulsó el comercio con América, Extremo Oriente y el Mediterráneo. La política absolutista de Jacobo II y su profesión de fe católica chocaron con una burguesía cada vez más poderosa (partido Whig) y con el Parlamento protestante, provocando la Revolución de 1688. El rey huyó a Francia y los protestantes llevaron al trono, en 1689, a Guillermo III de Orange. Éste juró la Declaración de Derechos que limitaba los poderes reales y aseguraba la supremacía del Parlamento. En 1707 Inglaterra y Escocia firmaron el Acta de Unión, que dio nacimiento al Reino Unido de Gran Bretaña. La nueva dinastía favoreció la consolidación del partido Whig, de tendencia liberal, que dominó durante el período 1714-60. Los conservadores se centraron alrededor del partido Tory. Durante el reinado de Jorge III, el intento de imponer la Ley del Timbre (1765) provocó un levantamiento en las colonias americanas que culminó con su independencia. En 1801, después de sofocar la sublevación nacionalista irlandesa de 1798, se creó el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. En el s. XVIII se produjeron una serie de cambios demográficos, agrícolas, tecnológicos, etc., que implicaron el inicio de una revolución económica y social: la Revolución Industrial. El inicio de esta revolución se centró en la industria textil, a la que siguió la siderúrgica. El uso de nuevas fuentes de energía –máquina de vapor– y la transformación de las formas de trabajo –maquinismo– supusieron un gran aumento de la producción. La venta a mercados lejanos hizo indispensable un sistema de transportes rápido y barato que se consiguió con la incorporación de la máquina de vapor al transporte marítimo y al terrestre: ferrocarril y barcos de vapor. A comienzos del s. XIX Gran Bretaña era la primera potencia internacional. Las primeras formas de lucha del movimiento obrero consistieron en la destrucción de máquinas (ludismo). Más tarde, aparecieron los primeros sindicatos (Trade Unions y posteriormente la Great Trade Unions) y el movimiento cartista. El movimiento obrero consiguió la reducción de la jornada laboral y la concienciación política de los trabajadores. En el ámbito internacional, el Reino Unido participó en las guerras contra la Francia revolucionaria y, tras el Congreso de Viena (1815), aumentó su poder internacional. En la época de la reina Victoria (1837-1901), Gran Bretaña alcanzó su mayor expansión y consolidó su poder en el mundo con un inmenso imperio colonial. Se configuró un nuevo tipo de monarquía, separada de las actividades legislativas y ejecutivas. Liberales (whigs) y conservadores (tories) se alternaron durante años en el poder. Los liberales favorecieron el ascenso de la pequeña burguesía, que consiguió la representación parlamentaria gracias a las reformas electorales, a la vez que la presión del movimiento sindical llevó a la entrada de sindicalistas en la vida parlamentaria. En 1906, se fundó el Partido Laborista (Labour Party), a propuesta de diputados sindicalistas. En este marco, el gobierno llevó a cabo una importante serie de reformas: mejoras salariales, limitación del poder de los lores, etc. Desde finales del s. XIX, el Reino Unido empezó a sentir la competencia de nuevas potencias industriales: E.U.A. y, sobre todo, Alemania. La rivalidad entre las potencias industriales europeas condujo al estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-18). El conflicto bélico favoreció el incipiente movimiento de emancipación femenina que se venía desarrollando desde el siglo anterior y que finalmente consiguió el derecho a voto en 1918. Después de un duro conflicto, Irlanda consiguió su independencia (1922); sin embargo, la región nororiental, de mayoría protestante, continuó bajo dominio británico. La creación de la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth), en 1931, supuso el reconocimiento de la independencia de Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. En 1939, Gran Bretaña entró en la Segunda Guerra Mundial. Durante el conflicto, Winston Churchill presidió el gobierno. A partir de 1945, el gobierno laborista de Clement Attlee nacionalizó las minas de carbón y las industrias de hierro y acero. El fortalecimiento de las luchas de liberación nacional y la opinión pública inglesa comportaron un proceso de descolonización que entre las décadas de 1940 y 1960 llevó a las colonias a independizarse, aunque la mayoría de ellas se adscribiese a la Commonwealth. En 1951, las elecciones llevaron al poder a los conservadores con Churchill a la cabeza. Éste anuló la nacionalización de las industrias de hierro y acero y se alió, en el marco internacional, con E.U.A. A raíz del fracaso de la expedición franco-británica al Canal de Suez (1956), se desencadenó una grave crisis económica provocada por el arcaísmo de la infraestructura industrial. En 1964 ganó las elecciones el laborista Harold Wilson, quien intentó adaptar la economía británica a la nueva situación internacional. En 1969 estalló el conflicto entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte, al que se respondió con el envío de tropas. Un año más tarde, ganaron las elecciones los conservadores con Edward Heath, que aplicó un programa de austeridad, favoreció la concentración de capital industrial y financiero y consiguió la entrada de Gran Bretaña en la CEE (1971). No obstante, tuvo que hacer frente a graves enfrentamientos con los sindicatos y a la radicalización del conflicto irlandés. La convocatoria de nuevas elecciones llevó de nuevo al poder a los laboristas, con un programa económico que permitió la obtención de créditos del FMI y de las potencias occidentales. En 1979, las elecciones llevaron al poder al Partido Conservador de Margaret Thatcher. Ésta puso en marcha planes de política ultraliberal (privatizaciones, reducción del gasto público y enfrentamiento con los sindicatos). A nivel internacional, llevó a cabo una política de acercamiento a E.U.A. y de dureza con los miembros de la CEE. En 1982 Gran Bretaña se enfrentó militarmente a Argentina para conservar la soberanía de las islas Malvinas. A finales de 1990, con una coyuntura económica y social poco favorable, Thatcher renunció a la jefatura del gobierno, que asumió John Major. En 1995, Major se reunió con el presidente irlandés Bruton para impulsar el proyecto de paz norirlandés. El gobierno de Major se vio seriamente afectado por la crisis económica del llamado "mal de las vacas locas". En enero de 1997 el Reino Unido devolvió Hong Kong a China. Las elecciones generales de ese año otorgaron la victoria a Tony Blair, del Partido Laborista. En enero de 1999 el Reino Unido decidió no integrarse en la primera zona euro. En octubre se abolió el carácter hereditario de los escaños de la cámara de los Lores. En diciembre fue instaurado un gobierno semiautónomo en Irlanda del Norte. Ese mismo año las tropas británicas formaron parte de la fuerza multinacional de mantenimiento de la paz en Kosovo. En octubre de 2001 el Reino Unido apoyó a E.U.A. en la intervención contra los talibanes y Al-Qaeda en Afganistán (ese mismo año fue reelegido T. Blair). En marzo de 2003 el ejército británico volvió a intervenir junto al estadounidense en la ofensiva militar en Irak. En 2005, tras obtener los laboristas, por primera vez en la historia, su tercera victoria consecutiva en las elecciones parlamentarias, T. Blair fue reelegido
BELLAS ARTES La literatura se inicia en el mundo eclesiástico con el monje Beda el Venerable. Durante el s. XIV el uso de la lengua inglesa se impuso con Geoffrey Chaucer (1340-1400) y su obra Los cuentos de Canterbury. El Renacimiento trajo la ruptura con la cristiandad romana y la búsqueda de métodos científicos de la mano de Francis Bacon junto con los «humanistas cristianos» como John Colet y Tomás Moro. El período comprendido entre 1575 y 1580 se conoce como el período isabelino y destacó por su brillantez, con autores destacados como Philip Sidney; en poesía, Edmund Spenser junto con Michael Drayton; en teatro, Christopher Marlowe y William Shakespeare. Los inicios del s. XVII estuvieron caracterizados por el desarrollo de la prosa retórica de autores como Francis Bacon y Robert Burton. En poesía destacó John Milton. El s. XVIII estuvo caracterizado por tres períodos básicos. El primero, denominado «período Augusto», está representado por autores como Pope y Swift; en el segundo, «período medio», predominaron las corrientes estéticas de Gray y de Collins; en el tercero o «período georgiano», destacaron autores como Johnson, Goldsmith y Burke. El s. XIX estuvo caracterizado por el triunfo del romanticismo con autores como Walter Scott y el poeta Lord Byron. Dentro del s. XIX hay que hacer una mención especial a la época victoriana, con autores como Thomas Babington Macaulay, Thomas Carlyle, John Henry Newman y Charles Dickens. El siglo XX se inicia con escritores realistas como Aldoux Huxley, E. M. Foster, David H. Lawrence y Virginia Woolf. El drama inglés del s. XX está marcado por las figuras de George Bernard Shaw y Oscar Wilde. La poesía fue marcadamente metafísica y academicista con poetas como T. S. Eliot. Pasada la Segunda Guerra Mundial hallamos una serie de escritores más comprometidos, como G. Greene y C. S. Lewis. La literatura posterior a la década de 1950 ha experimentado varias formas, destacando en teatro Samuel Beckett y en poesía Dylan Thomas. En las últimas décadas sobresalen los siguientes autores: Martin Amis, Julian Barnes, P. D. James, John Le Carré, Anthony Powell, Salman Rushdie, Tom Sharpe y Harold Pinter. En arquitectura, destacan las construcciones megalíticas de Stonehenge o Averbury. La arquitectura cristiana fue introducida por los benedictinos en el s. VI; se construyeron iglesias de nave amplia (Canterbury). En el románico británico podemos distinguir dos momentos: uno, antes de la invasión de los normandos, que dio lugar a formas arquitectónicas simples (primera abadía de Westminster); otro, tras la conquista, que supone la adopción del estilo normando francés con las catedrales de Canterbury y Lincoln (finales del s. XI). En arquitectura gótica podemos distinguir tres momentos: el estilo inglés primitivo (ss. XII y XIII), con las catedrales de Lincoln y de York; el gótico decorativo (s. XIV), con la catedral de Ely; y el estilo perpendicular (finales del s. XIV y s. XV), con la capilla del King´s College de Cambridge. El s. XVI se caracterizó por el predominio del estilo Tudor, una combinación de gótico con elementos del renacimiento italiano (palacios de Hampton Court, Somerset House, etc.). El barroco se consolidó de la mano de Christopher Wren en la catedral de San Pablo de Londres. Los principales representantes del neoclasicismo inglés fueron: Robert Adams, Smirke (British Museum) y Wilkins (National Gallery). Durante la época victoriana convivieron los partidarios del neoclasicismo y los que intentaban recuperar el gótico (Parlamento de Londres). Sin embargo, arquitectos como J. Paxton apostaban por otros estilos y materiales. La construcción en hierro y vidrio del Crystal Palace de Londres dio un paso adelante en el desarrollo de la arquitectura funcional. Paralelamente, las obras de William Morris y de la sociedad Arts and Crafts desarrollaron el diseño industrial. En la década de 1930 se impuso el funcionalismo. El movimiento más innovador del siglo XX fue el «brutalismo», propugnado en la década de 1950 por los hermanos Peter y Alison Smithson. Este movimiento fue el punto de partida en trabajos de reurbanización y arquitectura industrial (J. Stirling, N. Foster, R. Rogers, etc.) En pintura, la iluminación de manuscritos, realizada en los monasterios, constituye su primera manifestación (Evangeliario de Durrow). En esta época también se desarrolló la pintura mural con finalidad didáctica (catedral de Canterbury). La pintura del s. XIV estuvo dominada por la escuela de East Anglia (Díptico Wilton). Richard Wilson y Thomas Gainsborough fueron, en el s. XVIII, los iniciadores de la importante escuela paisajística. A comienzos del s. XIX destacó William Blake; su obra constituyó un alegato contra el naturalismo y el racionalismo. Por otra parte, continuó desarrollándose la pintura paisajística con John Constable y Joseph Turner. Los prerrafaelistas constituyeron un grupo de pintores de finales del s. XIX que crearon obras románticas y naturalistas, con autores como W. Hunt y Millais. A principios del s. XX, el impresionismo fue cultivado por Steer y Sickert. Llegaron también el fauvismo y el cubismo, que se propagaron a través de los pintores del London Group (1913) de Grant, Smith y Lewis, entre otros. Tras la Primera Guerra Mundial se consolidaron el surrealismo (Nash, Sutherland) y la abstracción (Nicholson, Vezelay). En las últimas vanguardias cabe destacar el pop-art (Hamilton y Kitaj), el Land-art (Long y Fulton) o el arte conceptual (Atkinson, Baldwin, Hurell, Bainbridge). La escultura británica alcanzó su máximo exponente en el s. XX con Henry Moore, quien desarrolló una escuela caracterizada por la visión antropomórfica del mundo. La música alcanza gran importancia en los ss. XV y XVI con compositores como Morley, Gibbson, Bird o John Dunstable, y en el s. XVII con Henry Purcell. Entre 1837 y 1901 se sucede el largo período victoriano, donde cabe señalar, entre otros compositores, a William Sterndale y Bennet Georges. Benjamin Britten es el mayor compositor del s. XX. Desde el punto de vista de las instituciones y de las estructuras musicales, la actividad concertista y operística ha estado siempre muy viva en Inglaterra: el Covent Garden, los festivales musicales de Edimburgo, los Promenade-concerts, etc. Desde mediados del s. XX, la música popular (rock, pop) ha destacado en Gran Bretaña con grupos como los Beatles o Rolling Stones.

Enciclopedia Universal. 2012.